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lunes, 11 de enero de 2016

Revistas depredadoras

Artículo publicado originalmente por Brenda Valderrama en la columna "Reivindicando a Plutón" del Sol De Cuernavaca el 11 de enero de 2015.




En los años que tengo en la investigación científica he tenido la oportunidad de atestiguar la profesionalización de la actividad. Al principio la veía, por supuesto, como un componente académico más del programa de licenciatura en el que estaba inscrita, sin mayor claridad sobre lo importante que eran mis resultados y más orientada a la calificación de fin de semestre. No fue sino hasta el posgrado que comencé a valorar la necesidad de aprovechar mejor mis esfuerzos con la finalidad de generar un curriculum, elemento indispensable para  conseguir un buen trabajo.

Y justo ahí comenzaron mis dudas pues qué cosa exactamente es un curriculum y peor aún, qué es un buen curriculum. Por lo tanto me puse a preguntarte a mis amigos y parientes y me encontré con que, para diferentes sectores de nuestra sociedad, el contenido del curriculum varía de manera importante. Para el sector empresarial, lo importante es saber qué negocios has creado y cuál ha sido su ganancia. Para el sector artístico, las obras que has generado y cuáles han sido expuestas o adquiridas. Finalmente logré saber que para el sector científico lo que se incluye es el número de publicaciones y el impacto que han tenido en la comunidad.

Las publicaciones científicas se hacen de varias maneras ya sea en prensa, en libros, revistas, en línea, etc., sin embargo pueden dividirse en dos grandes grupos: con arbitraje o sin él. El arbitraje consiste en una práctica socialmente aceptada donde colegas de la misma área del conocimiento revisan un documento y valoran de manera anónima, por separado o en equipo, si el documento cumple con el rigor científico necesario, si el concepto principal al mismo es original, si se observaron las condiciones de ética experimental necesarias, si se está acreditando correctamente el trabajo de otros autores, etc. Una buena evaluación a nuestro trabajo nos permitiría entrar al círculo de los científicos exitosos.

Como se imaginarán, que la valoración del trabajo de mucha personas quizá por años dependa de un árbitro anónimo le introduce un elemento muy subjetivo al análisis. Si el árbitro no es muy experimentado o si es una persona que por sí misma no acostumbra trabajar con rigor científico o inclusive si tiene razones para evaluar negativamente una buena propuesta por razones personales, todo esto afectaría totalmente la apreciación a nuestro esfuerzo.

Es por eso que se ha generado, de manera más bien institucional, un sistema de revistas y de editoriales especializadas en publicaciones científicas. Algunas de ellas con realmente antiguas como la revista inglesa Phylosophical Transactions que se publica desde 1665 y donde se dieron a conocer los grandes descubrimientos científicos de la época. Actualmente y en respuesta a la increíble cantidad de conocimiento que se está generando cada día en todo el mundo, existen decenas de miles de revistas científicas que se publican de manera permanente. Algunas de ellas como Nature y Science, son e interés general y se han catapultado como líderes en cuanto a la publicación de lo más novedoso y relevante. Otras son más especializadas pero todavía con cobertura internacional y también existen revistas locales o regionales que aceptan trabajos en idiomas diferentes al inglés.

En el modelo convencional la empresa que publica la revista contrata personal para que coordine al comité editorial (que decide la línea editorial de la revista) y también para recibir los manuscritos, enviarlos a los árbitros para revisión (que normalmente trabajan de manera gratuita), darle seguimiento a las revisiones, aceptar y realizar diseño de página, publicar y finalmente, generar un sistema de distribución y cobro para las personas que quieran leer los artículos. En ocasiones las empresas editoriales están insertas en asociaciones científicas con lo que se genera un beneficio académico y económico mutuo entre la revista y la asociación.

Este sistema comenzó a entrar en crisis hace 30 años cuando un grupo importante de científicos cuestionó el hecho de que si la mayoría de la investigación científica que se realiza en el mundo es con recursos de gobierno para fomentar y promover el desarrollo de la sociedad entonces los resultados debieran ser del dominio público directo. Este movimiento fue conocido como de acceso abierto y promovió un cambio importante en la forma de que se publica la ciencia.

Entre las revistas pioneras al acceso abierto de encuentra PLOS (Public Library of Science), una revista que entendió correctamente el sistema y generó un modelo de negocio donde, sin menoscabo de la calidad del contenido, todo el costo generado por el proceso es cubierto por los autores del artículo y, por lo tanto, no es necesario pagar una subscripción para tener acceso al artículo final. Aunque llevó un poco de tiempo que las entidades públicas que financian la ciencia aceptaran patrocinar este rubro, en estos momentos se considera deseable que sea así y es decisión de cada investigador identificar la mejor revista para su trabajo.

Con la finalidad de ayudar a los autores a identificar las revistas de su área que ejercen el modelo de acceso abierto se habilitó el Directorio de Revistas de Acceso Abierto o Directory of Open Access Journals  en inglés (DOAJ) y que a la fecha cuenta con más de 11 mil revistas identificadas en 136 países sumando, en su conjunto, más de dos millones de artículos.

Sin embargo, de manera sigilosa, ha surgido un grupo de empresas de dudosa calidad que comenzaron a aprovechar las debilidades de un sistema internacional tan complejo y que generaron un modelo de negocio basado en el engaño a los autores. Se conocen internacionalmente como revistas depredadoras y comenzaron a identificarse desde hace unos cinco años.

Su modo de operación consiste en generar una página web con las características habituales de una revista científica y donde se exponen artículos publicados en números anteriores, también presenta a los miembros de un comité editorial de reconocida trayectoria (en ocasiones sin su conocimiento o autorización), envían correos solicitando aportaciones directamente a los investigadores y se comprometen a publicar en tiempos cortos. Todo esto, claro, a cambio de una contraprestación económica. La identificación de estas revistas no es tarea fácil pero es fundamental para la salud del sistema científico internacional.

Recientemente se publicó la edición 2016 de la Lista Beall sobre revistas depredadoras donde se identifica a casi mil revistas científicas que han sido sorprendidas realizando actividades informales como que no existe revisión científica en lo absoluto y por lo tanto no hay control de calidad del material publicado. En otros casos el fraude es más elaborado pues falsifican controles internacionales como el factor de impacto y también existen algunas impostoras.

El tema es polémico, por un lado existe una presión muy fuerte del sistema gubernamental para que toda la inversión en investigación se refleje en publicaciones lo que obliga a los investigadores a buscar las mejores opciones para lograr este objetivo aún a sabiendas de que se trata de un producto falso que pone en riesgo al sistema científico en su totalidad. En cierta forma es parecido a lo que vivimos en las calles del centro de la ciudad. Los compradores saben que el mercado informal callejero vende productos de mala calidad y que además daña la economía pues no genera empleos ni paga impuestos sin embargo lo fomentan porque está ahí y les ofrece lo que necesitan. Sin embargo, el mayor daño a nuestra carrera no es que no nos publiquen un artículo sino que sí se publique y que luego quede inhabilitado por haber cometido un error en la selección de la revista. Ahí no hay marcha atrás.


La solución final es responsabilidad de cada investigador, sin embargo creo que puedo darles algunas recomendaciones basadas en mi experiencia. La primera sería privilegiar revistas donde los miembros del comité editorial sean científicos reconocidos y de preferencia con los que tengamos algún contacto. Segundo, acercarse a revistas de asociaciones científicas las cuales, en su mayoría, ya ofrecen también la opción del pago por el autor para que el artículo se publique en acceso abierto. Tercero, identificar el índice de revistas mexicanas de investigación del Conacyt las cuales han sido valoradas positivamente.

Información adicional

Narrativa sobre el origen de la corriente de Acceso Abierto


Directorio de revistas internacionales de Acceso Abierto


Indice de revistas mexicanas de investigación


Edición 2016 de la lista Beall de revistas depredadoras


Decreto de modificación a la Ley de Ciencia y Tecnología de México para incorporar el derecho al Acceso Abierto




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