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lunes, 19 de junio de 2017

La gran erupción



Artículo publicado originalmente por Brenda Valderrama en la columna "Reivindicando a Plutón" del Sol de Cuernavaca el 19 de junio de 2017.

Con frecuencia escuchamos comentarios sobre lo mal que estamos en México, sobre las cosas que no funcionan, sobre las decisiones que no se toman. El mal humor social es contagioso y ocasiona que, bajo su influjo, dejemos de ver lo que hacemos bien. Y lo digo en plural porque hay grandes logros que no son de un gobierno en particular, mucho menos de un partido sino de todos, de nuestros abuelos, de nuestros padres y de nosotros.

Esta historia comienza en 1520 cuando atraca en Zempoala, Veracruz, un barco español en el que viajaba un esclavo portador de una enfermedad extremadamente contagiosa y desconocida por los indígenas a la que llamaron Hueyzahuatl, la gran erupción. En los siguientes 400 años ésta enfermedad cobraría más de 8 millones de vidas en México.

La erradicación de la viruela  en 1951 fue el primer éxito de lo que ha sido una de los mejores, si no es que el mejor, programa de vacunación en el mundo. Iniciado en 1926 con una sola vacuna con valor de 60 pesos por persona hasta la fecha en que se aplican de manera universal 12 vacunas contra 15 enfermedades con un valor de 3 mil pesos por persona, la salud de todos los mexicanos está protegida contra enfermedades devastadoras como son difteria, tosferina, sarampión, polio, rotavirus, tuberculosis, tétanos, influenza, virus del papiloma humano, entre otras.

Las vacunas protegen porque estimulan el sistema inmune, preparándolo para combatir la infección en cuanto se presente, de manera fulminante, de forma que el virus o la bacteria no tenga oportunidad de establecerse y dañar al organismo. Existen tres formas de adquirir una infección. La primera de ellas es directa e individual, por ejemplo el tétanos que, como todos sabemos, no se contagia. La segunda es por transmisión entre personas, por ejemplo la viruela o la influenza. La tercera es por vectores, muchas veces insectos, como son los mosquitos para el paludismo o el dengue.

Que una persona esté vacunada evita que ésta se contagie pero si muchos estamos vacunados entonces nadie se contagia, ni siquiera los muy pocos que no lo estén. Este efecto se llama protección de manada y funciona solamente cuando más del 80% de la población está vacunada.

En años recientes hemos podido ver como malas decisiones con respecto a la aplicación de vacunas han llevado a algunas enfermedades a su resurgimiento. Por ejemplo, entre 1974 y 1979 el porcentaje de personas vacunadas contra tosferina en Japón bajó del 80% al 10%. Esta disminución ocasionó que el número de casos aumentase de 393 a 13 mil y el de muertes de cero a 41.

Que una vacuna deje de aplicarse con consecuencias puede deberse a una mala apreciación sobre la posible erradicación de la enfermedad, tal como sucedió con la tuberculosis, pero también por la decisión individual de no vacunarse. Existen varios mitos sobre las vacunas: que contienen mercurio, que causa autismo, que causan muerte súbita en infantes, que no son necesarias sino negocio de las farmacéuticas, etc. Mitos sin fundamento contra una sola verdad. Si la persona no está vacunada y se expone al contagio, se contagiará, si se contagia se enfermará y si las condiciones son adversas, morirá.

Algunos medios sin escrúpulos y las redes sociales han difundido estos mitos generando desconfianza y pánico a tal nivel que entre 2008 y 2014 se detectaron en todo el mundo un millón ochocientos mil casos de personas con enfermedades que pudieron haber sido prevenidas por vacunas: sarampión, paperas, rubeola, tosferina, polio. El panorama es bastante desolador a nivel mundial pero no en México, donde en el mismo periodo se identificaron solamente cuatro casos, no relacionados entre ellos y de una sola enfermedad, de sarampión.

La Organización Mundial de la Salud hace un recuento muy cuidadoso de todos los casos de enfermedades prevenibles por vacunas en el mundo y recomienda la aplicación de esquemas extraordinarios de vacunación cuando sea necesario. Por otro lado, el gobierno mexicano programa, organiza y ejecuta extensas campañas de vacunación como la de este año que llevará a la aplicación de 35 millones de dosis con una inversión de 1,920 millones de pesos.

Las vacunas del sector público son todas de excelente calidad y conservadas bajo la más estrictas condiciones para su correcta aplicación, son gratuitas y de acceso universal siendo los sectores prioritarios infantes entre 0 y 6 años, niños entre 7 y 18 años y adultos mayores a 65 años. Cada grupo tiene sus vacunas particulares con la dosis exacta para proteger sin causar efectos indeseables.

Que en nuestro país no se detecte ni un solo caso de muchas enfermedades contagiosas es un logro de todos. De los gobiernos y de los médicos pero sobre todo de las familias mexicanas que valoran el servicio de las vacunas, salvando la vida de sus hijos y del resto de los mexicanos. Algo de lo que todos debemos sentirnos orgullosos. Los invito a transmitir este motivo de orgullo como una vacuna contra el mal humor social.

Información adicional 

Vacuna, con v de vaca


De virus, vacunas y dólares

Perspectiva histórica de la viruela en México: aparición, eliminación y riesgo de reaparición por bioterrorismo

Resurgimiento en el mundo de la Tuberculosis Pulmonar: control epidemiológico, promoción y prevención

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Fuente original del recuento de casos de enfermedades prevenibles por vacunas

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