Artículo publicado originalmente por Brenda Valderrama en la columna Reivindicando a Plutón del Sol de Cuernavaca el 1o. de febrero de 2016.
Se conoce como enfermedad emergente aquella que aparece en
la población por primera vez o que, aun habiendo existido antes, incrementa rápidamente
su incidencia o distribución geográfica. Ejemplos de estas enfermedades emergentes son
el SARS (Síndrome respiratorio agudo severo) que se identifica por primera vez
en 2002 en China o el Ébola que, aunque ya se conocía desde 1976, en 2014 se
esparció de manera abrupta por siete países afectando a 28 mil personas.
La Organización Mundial de la Salud controló la dispersión
de las enfermedades usando estrategias específicas. En el caso del SARS, en
cuanto se confirmaba la aparición de un caso se confinaba a todas las personas
con las que el enfermo había tenido contacto, reduciendo de esa forma la
transmisión interpersonal. Para el Ébola, se desplegaron cerca de 4 mil
especialistas a los países afectados, mejorando la atención de los enfermos e impulsando
medidas de higiene en la población general para reducir el contagio.
El éxito obtenido en el control de estos casos demuestra que
estamos capacitados para contender con enfermedades emergentes de contagio
persona a persona. Sin embargo, existen otras formas para esparcir una
enfermedad y en ocasiones los agentes infecciosos (virus, bacterias o
protozoarios) utilizan vectores, entre los que se encuentran los mosquitos. La
erradicación de los vectores es notoriamente más difícil de lograr y la
experiencia nos indica que hasta que no se desarrolla una vacuna no hemos
podido controlar enfermedades transmitidas por vectores como el paludismo
(malaria) o el dengue.
En los últimos meses hemos sido testigos de la aparición de
una enfermedad emergente transmitida por mosquitos llamada chikunguya de la
cual se han reportando más de 5 mil casos en todo el país preferentemente en
estados con climas calurosos como Morelos siendo Chiapas el estado más afectado.
Esta enfermedad presenta un cuadro severo compuesto de fiebre intensa, conjuntivitis,
dolores musculares y articulares y jaqueca. Sin embargo, a pesar de la
intensidad del cuadro, la mayor parte de los casos no amerita hospitalización y
la tasa de mortalidad es menor a un paciente por cada 3 mil enfermos. La
recuperación después de un episodio de chikunguya es total y existe la
posibilidad de que se genere inmunidad de largo plazo. Por supuesto que se han
realizado esfuerzos para erradicar la causa de la enfermedad y también en la
valoración de una vacuna, sin embargo las consecuencias de la infección son
menores y atendibles con los recursos con los que contamos actualmente.
Apenas nos estamos adaptando en México al chikunguya que se
suma a otras enfermedades endémicas transmitidas por mosquitos como el
paludismo y el dengue cuando se levanta una alerta internacional por otra más
llamada zika. Según el portal de la Organización Mundial de la Salud, el zika
es una enfermedad producida por un virus que se transmite por la picadura de
mosquitos. Se identifica por primera vez en Uganda en 1947 en la sangre de monos Rhesus y el primer caso
en humanos también en Uganda en 1952. A partir de 2007 se detectan brotes de zika
fuera de África, primero en la Polinesia y posteriormente en Brasil y Colombia.
Recientemente se han publicado reportes de la identificación de casos en 13
países de nuestro continente y esta semana la Secretaria de Salud reportó
evidencia de los primeros casos de zika en México confirmados por laboratorio,
la mayoría de nuevo en Chiapas.
Los síntomas de la enfermedad son parecidos a los de otras
enfermedades virales transmitidas por mosquitos como dengue o chikunguya en el
sentido de que se presenta fiebre, dolor muscular, jaquecas y conjuntivitis con
duración de 2 a 7 días con una baja tasa de mortalidad. Una situación
extraordinaria ha sido reportada en Brasil donde el número de nacimientos con
una condición poco frecuente llamada microcefalia (desarrollo incompleto del cerebro)
se elevó de 147 en 2014 a 2, 400 a 2015. Aunque no se ha logrado demostrar de
manera definitiva, el 75% de las madres en estos casos declararon haber tenido
síntomas de zika durante el embarazo.
Nunca antes en la historia se había detectado una situación
similar. Virus de la misma familia del de zika como son el dengue y chikunguya
a veces son transmitidos al feto pero sin consecuencias. La experiencia sobre
la velocidad de transmisión de una enfermedad emergente como el chikunguya en
Ámerica nos indica que es fundamental tener buena capacidad de respuesta ante
este nuevo reto.
Las autoridades sanitarias han intensificado la fumigación
de áreas vulnerables pero es fundamental la participación de todos pues los
criaderos de moscos, en su mayoría, se encuentran en las casas. Recojamos
trastes y llantas abandonadas, limpiemos patios y azoteas para evitar charcos y
sobre todo, usemos pabellones y mosquiteros. También es recomendable el uso de
repelentes de los cuales existe una gran variedad comercial o hechos en
casa.
Mientras tanto, científicos de todo el mundo han comenzado
ya a investigar una vacuna.
Información adicional
Página oficial de la Organización Mundial de la Salud
Perspectiva del progreso de Zika en Ámerica
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