Artículo publicado originalmente por Brenda Valderrama en la columna "Reivindicando a Plutón" del Sol de Cuernavaca el 2 de mayo de 2016.
De todos los órganos del cuerpo humano existen dos que nos
intrigan de manera especial: el corazón y el cerebro. La psicología, la
neurología, la psiquiatría y otras disciplinas han avanzado mucho en el entendimiento
de éste último, sin embargo, todavía estamos lejos de entender a cabalidad sus
mecanismos y alcances. Quisiera comentar en esta ocasión un fenómeno en
particular que tiene que ver con la interpretación emocional que le damos a las
palabras. Y no me refiero a cualquier palabra sino a aquellas que por un origen
cultural se consideran por ejemplo inspiradoras pero que fuera de tu grupo
social pueden llegar a ser divertidas o quizá ofensivas y viceversa. Resulta
interesante preguntarnos entonces si se trata únicamente de un tema de
educación y cultura o si es que existen aspectos
fisiológicos y quizá anatómicos que orienten nuestra forma de pensar y de
sentir sin que lo podamos controlar. Y
es que gracias a un artículo de investigación publicado en la revista Nature por
el grupo de Jack L. Gallant (Universidad de Berkeley en Estados Unidos) comenzamos
a entender apenas cómo es que el cerebro procesa el significado de las palabras.
El método seleccionado fue el de imagen por resonancia
magnética funcional el cual es un procedimiento clínico y de investigación que
permite mostrar en una imagen la actividad de regiones cerebrales mediante los
cambios en la irrigación. Esta técnica se basa en de que el flujo de sangre en
el cerebro y la actividad neuronal están acoplados, es decir, que cuando un área
del cerebro se activa, también el flujo de sangre hacia esa área se
intensifica. Es posible, por lo tanto, determinar qué porciones del cerebro se
activan al ejecutar una acción, por ejemplo mover la mano derecha. Estos
estudios no dañan la salud del sujeto de estudio y pueden ser realizados en personas
o animales despiertos y conscientes.
El experimento consistió en estudiar el cerebro de siete
voluntarios que se sometieron a sesiones de dos horas mientras escuchaban cierto
programa de radio. Los datos obtenidos se sometieron a un análisis estadístico
de la mayor profundidad donde se buscó identificar en primera instancia si es
que todo el cerebro responde de manera similar durante la narración o si se
podían identificar diferencias por áreas o regiones.
El primer resultado confirmó que la actividad del cerebro no
es masiva sino que la respuesta a las palabras se localiza en 60 mil microrregiones
(que llamaron voxels). Con base en este primer resultado se realizó una segunda
ronda de análisis buscando correlacionar cada uno de estos voxels contra cada
una de las más de 10 mil palabras contenidas en la narración.
Esta segunda fase permitió asignar una correspondencia entre
cada una de las palabras estudiadas dentro de una de 12 diferentes categorías
de voxels: visual (palabras como amarillo), de locación (estadio), numérica
(cuatro), de abstracción (natural), táctil (dedos), temporal (minutos),
profesional (junta), violencia (letal), comunitaria (escuela), mental (sueño),
emocional (despreciado) y social (niño). Interesantemente, también fue posible
identificar 20 palabras que presentaron la máxima intensidad de respuesta: meses,
fin de semana, vacaciones, semana, rentada, hora, horas, hogar, diez, renta,
casa, siguiente, apartamento, cinco, mes, año, hotel, semanas, motel y veinte.
El laboratorio del Doctor Gallant puso también a disposición
de cualquier persona una plataforma interactiva para poder visualizar sus
resultados y que pueden encontrar en la liga descrita al final de la columna. Con
esta plataforma es posible identificar que la corteza occipital-temporal
izquierda responde fuertemente a palabras relacionadas con forma y espacio como
por ejemplo vertical, horizontal, milímetro, pulgada o diámetro. También
sabemos que la circonvolución angular del lóbulo parietal derecho responde
fuertemente a palabras que describen personas o eventos dramáticos como por
ejemplo padre, esposa, difunto, divorcio, etc. El tercer y último ejemplo, se localiza en el zurco derecho precentral que
responde de manera específica a números como son las palabras siete, diez, cuarto
o mil.
A pesar de lo significativo de estos resultados, en realidad
la capacidad de correlación entre regiones del cerebro y las palabras fue muy
limitada. Con la finalidad de dar mayor certeza a las observaciones, se llevó a
cabo un experimento adicional donde se estudió a una octava persona para ver si
con la información de las siete anteriores se podría predecir la respuesta de
su cerebro a la misma narración. De manera muy interesante, se logró demostrar
que el modelo predice de manera significativa la respuesta de los lóbulos
parietales, temporales y frontales pero resultó deficiente en las cortezas
motora y visual y en la superficie ventral del cerebro.
Con toda esta información se generó un atlas gráfico que
divide el hemisferio izquierdo en 192 áreas funcionales de las cuales 77 son
selectivas al significado de las palabras mientras que el hemisferio derecho se
dividió en 128 áreas funcionales de las cuales 63 son selectivas. Los resultados de este estudio son
fundamentales para poder integrar los aspectos fisiológicos del cerebro con los
conocimientos de la psicología generando más preguntas que respuestas. Por
ejemplo, me gustaría saber qué ocurre en el cerebro de una persona bilingüe, si
las palabras con el mismo significado pero en diferente idioma mapean en el
mismo sitio. También me gustaría ver si existe diferencia entre los cerebros de
una persona proveniente de una sociedad industrial comparado con el de una
persona proveniente de una sociedad menos desarrollada. También me intriga
saber si los cerebros de una mujer y de un hombre procesan el significado de las
palabras de la misma manera. Por supuesto que ayudaría a entender el fascinante
comportamiento de las personas con autismo. En fin, que hay trabajo para rato.
Quiero finalizar diciéndoles que después de un buen rato de
buscar dónde se encontraba dentro de nuestro cerebro la región que identifica
el significado de mi palabra favorita (y espero que suya también) la
encontré en el lóbulo frontal superior. Por si fuera poco, esta región no solo
reconoce la palabra ciencia sino que la asocia a otras igual de inspiradoras
como recuerdo, arrobador, interminable, fascinante, creativo, pensamientos, cosmos y
sueños.
Así es la ciencia y nuestro cerebro lo sabe.
Información adicional
Liga a la plataforma interactiva del atlas del cerebro
Versión original del artículo del grupo Gallant
Información sobre la Resonancia Magnética Funcional