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domingo, 27 de agosto de 2017

¿Instruir o inculcar?


Artículo publicado originalmente por Brenda Valderrama en la columna "Reivindicando a Plutón" del Sol de Cuernavaca el 28 de agosto de 2017.

Las Universidades han crecido por décadas pero ese crecimiento se revierte con graves consecuencias sociales. Datos del sistema de Universidades Británicas recientemente analizados en el periódico The Guardian lo ponen claramente sobre la mesa. La demanda para ingreso a licenciatura cayó 4% este año y aunque el 50% de la población tiene estudios universitarios solamente 20% de los trabajos lo requieren, con lo que está generando una burbuja de desempleo de alto nivel. Un estudio independiente demostró que la capacidad de aprendizaje de los estudiantes no mejora con su paso por la universidad y en algunos casos, como quienes estudian administración de empresas, inclusive empeora. Dentro de la parte financiera, el esquema de pensiones universitario tiene un déficit millonario. En algunos casos los responsables de las universidades han solucionado temporalmente el problema a partir de solicitar adelantos presupuestales e inclusive han incurrido en costosos préstamos bancarios.

¿De dónde proviene esta crisis? De manera general se observa que las universidades han limitado el crecimiento de la planta de profesores privilegiando la de administradores. En algunos casos con un exceso de 20 veces. En un número importante de universidades hay dos administrativos por cada profesor o investigador. Este sobrepeso administrativo se dedica fundamentalmente a certificaciones inútiles, a un constante rediseño de imagen, al cumplimiento de evaluaciones y auditorías, a su posicionamiento en rankings así como a la pertenencia en asociaciones de poco beneficio, sin olvidar esfuerzos de bajo impacto promovidos por líderes visionarios.

La necesidad de un crecimiento desproporcionado de las administraciones proviene de la exigencia de empresas y gobiernos quienes les piden a la universidades que se administren como ellos y no como instancias de educación. En consecuencia, los profesores de tiempo completo dedican cada vez más tiempo a labores administrativas y menos a la formación de los estudiantes. Ahora y desde hace 30 años, las Universidades Británicas han estado cooptadas por un marco de excelencia en la investigación que no solamente es costoso sino que desvía la atención de los profesores de sus labores educativas por la incesante presión de publicar. La presión se profundiza por el sistema de estímulos a la productividad que, además de nutrir el millonario negocio de las editoriales científicas, orienta la investigación científica hacia temas de interés global sacrificando los de interés local. La situación, con sus ligeras variantes, es de ocurrencia general y nosotros mismos en Morelos estamos sufriendo algunos de los síntomas dentro de nuestro sistema de Universidades.

Dentro de la discusión sobre el tema hay diferentes posiciones. Desde las que encuentran beneficios en el modelo actual aduciendo que el incremento en el nivel educativo de la sociedad es, por sí mismo, un habilitador para el desarrollo y por lo tanto no ha que cambiar nada, hasta quienes son más radicales y claman por la desaparición de las Universidades para ser sustituidas por un sistema de educación impersonal, virtual y a distancia. Esta última posición es tentadora. Con la cantidad tan amplia de tutoriales, presentaciones, videos y otros materiales didácticos en la internet ciertamente es fácil allegarse, con mayor claridad de la que nos transmiten algunos maestros, conceptos técnicos o científicos.

Pero no basta con instruir, también hay que inculcar y con la experiencia de 30 años en docencia les aseguro que es imposible que buenos hábitos profesionales como disciplina, generosidad, honestidad, pulcritud, actitud crítica, modestia, arrojo, templanza, tolerancia a la frustración y un largo etcétera, se aprendan viendo videos. Para lograrlo se requiere la convivencia, larga e intensa, con otras personas: mentores y compañeros, amigos y competidores, inclusive adversarios quienes son realmente nuestros formadores de carácter.


Un sistema virtual, impersonal y a distancia de formación profesional va a generar una sociedad desarticulada, ensimismada y depredadora. Justo lo contrario de lo que necesitamos si queremos salir del impasse en que nos encontramos como estado, como país y como mundo.