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domingo, 5 de marzo de 2017

La lección holandesa


Hace un par de semanas tuve la oportunidad de conocer Holanda. Un país pequeño, apenas 10 veces mayor que Morelos y con una población de 16 millones de personas pero con mucha historia. País de comerciantes y campesinos, dicho esto con mucho orgullo por nuestro guía, ha sabido encontrar un estilo de vida próspero pero sobrio, incluyente y responsable.

Desde el renacimiento, Holanda ha sido famosa por sus astilleros, líderes en el diseño y construcción de navíos mercantes y de combate. Con un clima francamente adverso ha logrado ser el principal productor de alimentos y de flores de ornato de Europa conocido mundialmente por sus famosos tulipanes. Su territorio es muy diferente al de los primeros mapas pues ha ganado superficie que le ha robado al mar y también aprendió a controlar la fuerza del vital líquido mediante diques, canales y compuertas. De igual forma son pioneros en el uso de energías renovables desde mucho antes de la economía del petróleo, como son ejemplo sus famosos molinos de viento.

Todos estos aspectos, por diversos que parezcan, tienen un punto en común: la tecnología. Los holandeses son tecnólogos por naturaleza y su ecosistema de innovación resulta ser uno de los más interesantes del mundo. Por un lado las universidades holandesas se especializan en diferentes temas: agricultura, tecnología, sanidad, economía, ciencias sociales, arte ó pedagogía y la decisión para esta especialización se toma de manera estratégica en consideración de las necesidades regionales, en particular, de las del sector económicamente productivo.

Tuve oportunidad de visitar dos de estas universidades, la de Wageningen y la Tecnológica de Eindhoven. La primera se especializa en el sector agroalimentario y recientemente en biocombustibles, mientras que la segunda en electrónica y manufactura de alto diseño.

En Wageningen nos recibió Francisco Martínez, un mexicano que se desempeña como enlace de la universidad para América Latina y que visitará Morelos en un par de meses como parte de su gira de promoción. Con él encontramos un campus vibrante, muy holandés pero al mismo tiempo multicultural, donde todos los cursos de posgrado se dan en inglés como una forma de atracción para los mejores estudiantes de cualquier lugar del mundo interesados en explorar el potencial de la naturaleza para mejorar la calidad de vida, tal como reza su lema. En particular fue muy agradable conocer a Mitsue León Saiki, egresada del Instituto de Biotecnología de la UNAM Morelos quien está realizando su doctorado en producción de biomasa a partir de micro algas con una beca del gobierno mexicano. Una característica importante en la Universidad de Wageningen es su estrecha vinculación con el sector empresarial. No solamente se busca que todos los proyectos atiendan una necesidad en producción sino que las grandes empresas holandesas del ramo agroalimentario han construido edificios dentro del campus para la instalación de sus unidades de investigación y desarrollo el cual recibe directamente a jóvenes en prácticas profesionales capitalizando su visión fresca y entusiasta. Gracias a esta vinculación Holanda no solo tiene una de las mayores tasas de eficiencia en producción de alimentos debida, en mucho, al uso intensivo de invernaderos sino que utiliza con maestría las herramientas de genética molecular para el diseño de flores de ornato y otras plantas, lo que le permite liderar el mercado global.

La Universidad Tecnológica de Eindhoven (UTE) se encuentra, tal como dice su nombre, en la ciudad de Eindhoven, al sur de Holanda y cerca de la frontera con Bélgica. La historia de la universidad está ligada de manera irreversible a Philips, siendo su semillero natural de talento y también una aliada estratégica en el desarrollo de nuevas tecnologías. La empresa Philips es fundada en 1891 con la finalidad de proveer de focos incandescentes, confiables y de bajo costo a la sociedad. Orientada originalmente a la exportación pronto descubrió que su ventaja competitiva se vería fuertemente afectada si no generaba nuevos y mejores productos de manera sistemática, es decir, si no desarrollaba innovación. Como consecuencia de este razonamiento, instala su primera unidad de investigación y desarrollo tecnológico en 1914 lo que le permite diversificarse hacia otros áreas tan pronto como 1916 implantando al mismo tiempo la cultura de la protección industrial mediante las patentes. En solo doce años (1928) ya no solo produce focos sino también millones de aparatos de radio e incursiona, con igual éxito, tanto en la fabricación de sencillos electrodomésticos como en la de sofisticados equipos de radiología. Con los años, Philips transformó el área de tecnología médica con equipos como el ciclosincrotrón sino que, al mismo tiempo, revolucionó la industria del entretenimiento al inventar los cassettes VCR y en asociación con Sony el CD, el DVD y el Blue Ray. Y para los aficionados al balompié también se debe a Philips el equipo donde milita Guardado, el PSV Eindhoven.

Todo este éxito convirtió a Philips en la empresa más importante de Holanda y una de las principales en el mundo y definitivamente el empleador más importante de Eindhoven. Por lo menos hasta 1997 cuando la firma decide mudarse a Amsterdam como parte de un reestructura forzada por la cada vez más difícil situación originada por la entrada de Japón al mercado de electrónicos. La crisis generada por esta decisión ocasionó que el gobierno local, los empresarios y la universidad se reunieran para promover una estrategia que permitiera sostener la economía de la región, una de las más prosperas de Europa. Entre las decisiones que se tomaron Philips aceptó que solo se mudaran las oficinas corporativas pero que su división de investigación y desarrollo permaneciera en su campus High Tech. También tomó la decisión de que, en lugar de cerrar departamentos y despedir a los científicos e ingenieros, se escindieran en forma de nuevas compañías (spin offs) dotándolos de algunas patentes y de equipamiento como capital. Una de estas empresas emergentes, ASML, es ahora líder mundial en la fabricación de equipo para la impresión de microchips con una facturación anual de 10 mil millones de dólares. 

El campus High Tech, el cual también tuve la oportunidad de visitar acompañada por Cristina de Kok, una ingeniera mexicana parte del equipo XL, es ahora sede de cientos de nuevas empresas de base tecnológica, pequeñas en comparación a Philips pero que, todas juntas, han logrado sostener el empleo y la economía de Eindhoven mediante la diversificación. Como resultado de la amarga experiencia, las grandes empresas de la región obligan por ley a sus proveedores a firmar una cláusula donde se comprometen a tener otros clientes por el 70% de su facturación, minimizando el impacto de un cierre.


La región de Eindhoven pasó de tener una vocación agrícola a ser el motor de la industria holandesa en solo una generación. Morelos podría hacerlo también pues cuenta con el activo más valioso, miles de científico y tecnólogos bien preparados, brillantes y entusiastas, solo nos falta creer que se puede, tal como lo hicieron los holandeses en su momento. Yo, sin duda alguna, estoy convencida que así será.