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lunes, 8 de enero de 2018

Mujeres científicas, una deuda pendiente


Artículo publicado originalmente por Brenda Valderrama en la columna "Reivindicando a Plutón" del Sol de Cuernavaca el 8 de enero de 2017.

Entre las muchas evaluaciones que se le hace a nuestro país por ser miembro de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE)  se encuentra la prueba PISA la cual se aplica a estudiantes de 15 años y nos indica el potencial de nuestros jóvenes para tener éxito en una sociedad altamente tecnificada. Esto se hace comparando el desempeño en ciencias, matemáticas y lectura de los estudiantes mexicanos con los de otros países miembros de la organización. Los estudiantes de más alto desempeño en ciencias pueden utilizar ideas y conceptos científicos abstractos para explicar fenómenos y eventos complejos y poco comunes. En matemáticas, pueden ser capaces de tener un pensamiento y razonamiento matemático avanzado. En lectura, estos estudiantes pueden extraer la información que necesitan localizar y organizar de segmentos integrados dentro de un texto o una gráfica.

A nivel global los resultados de la prueba PISA revelan profundas diferencias de género en lectura, a favor de las mujeres encuestadas, con una reducción en la diferencia cuando se trata de lectura digital. En el caso de los hombres el bajo desempeño está fuertemente asociado a situaciones de desventaja socioeconómica pero en el caso de las mujeres, inclusive las de mejor desempeño general, existe una tendencia a fallar ante el reto de pensar como científicas, por ejemplo cuando se les solicita formular una situación matemáticamente o interpretar un fenómeno de forma científica.

En general los estudiantes encuestados reportan encontrar disfrute y estar interesados en aprender ciencia y aunque a nivel mundial esto es más frecuente en hombres que en mujeres, para los mexicanos no solo no existe diferencia entre géneros en cuanto a su interés vocacional por la ciencia sino que tampoco hay diferencia en cuanto a su apreciación de la utilidad del conocimiento científico y tecnológico para sus planes futuros, alcanzando el valor más alto entre todos los países de la OCDE.

Desafortunadamente esta motivación no está asociada al desempeño, que es significativamente bajo en ciencias y matemáticas,  por lo que les va a ser más difícil que alcancen su objetivo. Aún así, casi la mitad de los encuestados (41%) indicó que le gustaría desarrollarse en una ocupación que requiere un profundo entrenamiento científico, el valor más alto entre todos los países de la OCDE. Esta expectativa aumentó 9 puntos porcentuales entre 2006 y 2011 en parte debido al aumento de 12 a 19% de jóvenes interesados en carreras médicas.

La mayoría de quienes se interesan en carreras científicas y tecnológicas son hombres. Separando las carreras médicas de las de ciencias e ingeniería, los datos indican un sesgo importante pues solamente 9% de las mujeres indica su interés en ciencia e ingeniería contra 26% por áreas médicas mientras que en el caso de los hombres es 28% contra 13% en estas mismas áreas. Desafortunadamente no existe información estadística a nivel nacional sobre la matrícula a nivel licenciatura (ni a nivel posgrado) en áreas científicas y tecnológicas por lo que el único dato para contrastar consiste en la información de egreso donde una mujer tiene solamente el 18% de probabilidades de graduarse contra 37% si es hombre.

En el caso de nuestro país, aquellas jóvenes que deciden incorporarse al sistema científico tienen muchos retos por superar, en particular su evolución dentro de los exigentes mecanismos de evaluación de desempeño conocidos como sistemas de investigadores, instituciones que solamente existen en México. Estos sistemas utilizan diferentes indicadores para evaluar el a los investigadores entre los que se encuentran la publicación de libros y artículos científicos, la formación de estudiantes especializados, la colaboración en programas docentes y en actividades de divulgación de la ciencia, la participación en conferencias y congresos nacionales e internacionales. Para los morelenses existe el Sistema Estatal de Investigadores así como también el Sistema Nacional de Investigadores y entre los dos se integra a mil 476 de los cerca de 2 mil profesionales de la ciencia de nuestro estado.

Aunque de manera global la población de investigadores morelenses está cercana a la paridad de género (58% hombres y 42% mujeres) al desagregar los datos del padrón 2016 en siete categorías se aprecian algunas anomalías. El orden en el gráfico corresponde primero al Sistema Estatal como el que menos requerimientos exige seguido de la Candidatura al Sistema Nacional y después sus tres niveles, concluyendo con la  membrecía de la Academia de Ciencias de Morelos, un organismo civile que reúne a los más reconocidos exponentes de la actividad científica estatal. En el gráfico es evidente que la participación de las mujeres disminuye de manera sistemática conforme se incrementa el nivel de exigencia, comenzando con una paridad de una mujer por cada hombre y terminando con una de una mujer por cada cuatro hombres. 




A  partir de toda esta información podemos sugerir la existencia de, al menos, cinco momentos en los que se generan cuellos de botella para la incorporación y desarrollo de las mujeres en actividades científicas y tecnológicas. El primero es a nivel de educación básica y media superior donde hay que capacitar a los profesores para dar seguimiento más cercano a las niñas que demuestren interés y aptitudes para ciencias y matemáticas fortaleciendo su vocación. Posteriormente la necesidad de un impulso decidido a la incorporación de más mujeres a carreras científicas e ingenierías diferentes de medicina. Aquí es sumamente pertinente la observación de la OCDE sobre que los padres tienen a tener una mayor expectativa de los hijos hombres para desempeñarse en carreras científicas o ingenierías, aunque a los 15 años su desempeño en matemáticas sea el mismo que el de las mujeres.  El tercero es la necesidad de dar tutorías personalizadas a mujeres dentro de carreras científicas e ingenierías para incrementar su probabilidad de graduación. El cuarto es la necesidad de incorporar más y mejores políticas institucionales que permitan que las mujeres que se dedican de manera profesional a la ciencia puedan seguir evolucionando dentro del sistema sin perjuicio de su desarrollo personal y familiar.  El quinto y último, es incrementar a dos a uno el número de mujeres sobre hombres en las comisiones de evaluación de los sistemas de investigadores y en la Academia de Ciencias de Morelos para evitar un sesgo adicional.


A pesar de que estas acciones tendrían más impacto de implantarse a nivel institucional no hay que descartar la importancia de pequeñas acciones individuales como por ejemplo la mentoría dentro del programa de entrenamiento para olimpiadas científicas que lleva a cabo el Gobierno Estatal junto con  la Academia de Ciencias de Morelos o el programa Adopta un Talento de la Academia Mexicana de Ciencia. Sería un excelente propósito para este 2018.

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