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lunes, 26 de junio de 2017

Mariguana como aliada de la salud


Artículo publicado originalmente por Brenda Valderrama en la columna "Reivindicando a Plutón" del Sol de Cuernavaca el 26 de junio de 2017.

El 19 de junio pasado la Cámara de Diputados modificó la Ley General de Salud con el fin de abrir paso a la utilización de compuestos derivados de la mariguana para fines medicinales así como para la investigación científica sobre los mismos y para su comercialización. La mariguana, planta del género Cannabis, es conocida por los efectos que produce su inhalación en las personas: alteración de la percepción sensorial, desorientación, mareos, taquicardia y dificultad para respirar y en casos extremos, ansiedad y paranoia.

A pesar de algunos mitos que existen sobre esta planta, quisiera aclarar que el riesgo por el uso de la mariguana es mínimo comparado con otras drogas. Por ejemplo, de cada cien mil consumidores de tabaco se estima que 650 morirán por daños permanentes, 150 por consumo de alcohol, 80 por heroína pero ni uno solo por mariguana. Es decir, que los efectos físicos que produce el consumo de esta planta son totalmente reversibles.

Para justificar el por qué se legisla para su utilización medicinal es importante entender cómo funcionan los compuestos derivados de la mariguana. En el sistema nervioso de los animales y por lo tanto, también de los humanos, existe una gran cantidad de cerraduras llamadas receptores que responden al contacto con ciertas llaves llamadas neurotransmisores. Las combinaciones de llaves y cerraduras permiten controlar los procesos fisiológicos normales del organismo. Entre las llaves hay un grupo llamado endocannabinoides que nos ayudan a comer, a dormir, a descansar, a olvidar y a proteger nuestras neuronas.

Los receptores para endocannabinoides se encuentran dispersos por todo el cuerpo y son el grupo más abundante de los que existen en humanos, estando todos ellos involucrados en importantes funciones cerebrales. Por otro lado, la mariguana contiene al menos 100 diferentes compuestos, los cannabinoides, que son reconocidos por los receptores para endocannabinoides, interfiriendo la interacción natural. Algunos de estos compuestos son psicoactivos, es decir que son los responsables de los efectos que conocemos de la planta como por ejemplo el tetrahidrocannabinol, pero también hay otros que no lo son.

El potencial de la combinación entre los dos grandes grupos, llaves y cerraduras, explica el por qué se espera encontrar nuevos usos médicos para los compuestos derivados en la mariguana, más allá de los efectos inmediatos que produce su consumo como estupefaciente, generando beneficios a pacientes con enfermedades tan diferentes como SIDA, dolor crónico, dolor agudo, insuficiencia renal, demencia senil y estrés postraumático.

Hasta ahora la mayor parte de la investigación realizada sobre los beneficios médicos de los cannabinoides proviene de testimonios de personas que consumen la planta para aliviar diferentes síntomas. Estas evidencias han servido para documentar las áreas de desarrollo de nuevos medicamentos como por ejemplo el Dronabinol que ayuda a mejorar el apetito en pacientes con SIDA o el Nabilone que se usa para controlar las náuseas en pacientes sometidos a quimioterapia.

Una de las razones por las que existe todavía debate sobre el potencial de los compuestos derivados de la mariguana es porque, al no existir una regulación adecuada, los científicos encuentran muy difícil y costosa la realización de experimentos. Un estudio realizado hace dos años por la Comisión Nacional contra las Adicciones declaró no tener suficiente evidencia para recomendar o no la utilización de algunos medicamentos. Esto cambiará ahora, ya que gracias a la modificación recién publicada los científicos mexicanos podrán llevar a cabo los experimentos necesarios para demostrar de manera rotunda los efectos de los cannabinoides en infinidad de padecimientos.

Uno de estos padecimientos es el síndrome de Lennox-Gastaut, una forma grave de epilepsia que causa constantes convulsiones. Hace un par de años atrajo la atención de los medios la historia de Graciela, una pequeña de 8 años nacida en Monterrey, que llegó a sufrir hasta 400 accesos de convulsiones al día. Ante la posibilidad de que un derivado de la mariguana, el cannabidiol pudiera generarle algún alivio, sus padres decidieron dar la batalla legal para que la pequeña pudiera ser medicada. Fue mediante un amparo otorgado por un Juez Federal que sus padres pudieron finalmente darle algo de alivio y después de un año de tratamiento Graciela pudo pasar hasta un día sin convulsiones, algo de lo que nunca había gozado en su corta vida.

Vale la pena mencionar que el cannabidiol es uno de los muchos compuestos de la mariguana que no es psicoactivo, es decir, que no es responsable de los efectos que conocemos en la planta como estupefaciente. Es un gran avance que los científicos mexicanos puedan contar, al fin, con disponibilidad de los compuestos derivados de la mariguana pero también es importante que los pacientes pierdan el miedo de compartir con sus médicos la experiencia en el uso de esta planta como auxiliar de sus tratamientos.

Queda todavía por verse si la polémica mariguana resulta ser la clave para la solución de diferentes trastornos que aquejan la vida de muchas personas. De momento las cuatro grandes preguntas que tendrán que responder los científicos son: ¿Cuántos tipos de plantas del género Cannabis existen realmente? ¿Cuáles compuestos de la mariguana son relevantes como medicamento y qué enfermedades alivian? ¿Se puede manipular el sistema de receptores de endocannabinoides por compuestos diferentes a los de la mariguana? ¿Cuál es la mejor manera de dosificar los medicamentos a base de cannabinoides?

Información adicional

Reporte de la CONADIC sobre el uso médico de la mariguana

La mariguana, un panorama científico

Suplemento de la revista Nature sobre Cannabis

DECRETO por el que se reforman y adicionan diversas disposiciones de la Ley General de Salud y del Código Penal Federal

lunes, 19 de junio de 2017

La gran erupción



Artículo publicado originalmente por Brenda Valderrama en la columna "Reivindicando a Plutón" del Sol de Cuernavaca el 19 de junio de 2017.

Con frecuencia escuchamos comentarios sobre lo mal que estamos en México, sobre las cosas que no funcionan, sobre las decisiones que no se toman. El mal humor social es contagioso y ocasiona que, bajo su influjo, dejemos de ver lo que hacemos bien. Y lo digo en plural porque hay grandes logros que no son de un gobierno en particular, mucho menos de un partido sino de todos, de nuestros abuelos, de nuestros padres y de nosotros.

Esta historia comienza en 1520 cuando atraca en Zempoala, Veracruz, un barco español en el que viajaba un esclavo portador de una enfermedad extremadamente contagiosa y desconocida por los indígenas a la que llamaron Hueyzahuatl, la gran erupción. En los siguientes 400 años ésta enfermedad cobraría más de 8 millones de vidas en México.

La erradicación de la viruela  en 1951 fue el primer éxito de lo que ha sido una de los mejores, si no es que el mejor, programa de vacunación en el mundo. Iniciado en 1926 con una sola vacuna con valor de 60 pesos por persona hasta la fecha en que se aplican de manera universal 12 vacunas contra 15 enfermedades con un valor de 3 mil pesos por persona, la salud de todos los mexicanos está protegida contra enfermedades devastadoras como son difteria, tosferina, sarampión, polio, rotavirus, tuberculosis, tétanos, influenza, virus del papiloma humano, entre otras.

Las vacunas protegen porque estimulan el sistema inmune, preparándolo para combatir la infección en cuanto se presente, de manera fulminante, de forma que el virus o la bacteria no tenga oportunidad de establecerse y dañar al organismo. Existen tres formas de adquirir una infección. La primera de ellas es directa e individual, por ejemplo el tétanos que, como todos sabemos, no se contagia. La segunda es por transmisión entre personas, por ejemplo la viruela o la influenza. La tercera es por vectores, muchas veces insectos, como son los mosquitos para el paludismo o el dengue.

Que una persona esté vacunada evita que ésta se contagie pero si muchos estamos vacunados entonces nadie se contagia, ni siquiera los muy pocos que no lo estén. Este efecto se llama protección de manada y funciona solamente cuando más del 80% de la población está vacunada.

En años recientes hemos podido ver como malas decisiones con respecto a la aplicación de vacunas han llevado a algunas enfermedades a su resurgimiento. Por ejemplo, entre 1974 y 1979 el porcentaje de personas vacunadas contra tosferina en Japón bajó del 80% al 10%. Esta disminución ocasionó que el número de casos aumentase de 393 a 13 mil y el de muertes de cero a 41.

Que una vacuna deje de aplicarse con consecuencias puede deberse a una mala apreciación sobre la posible erradicación de la enfermedad, tal como sucedió con la tuberculosis, pero también por la decisión individual de no vacunarse. Existen varios mitos sobre las vacunas: que contienen mercurio, que causa autismo, que causan muerte súbita en infantes, que no son necesarias sino negocio de las farmacéuticas, etc. Mitos sin fundamento contra una sola verdad. Si la persona no está vacunada y se expone al contagio, se contagiará, si se contagia se enfermará y si las condiciones son adversas, morirá.

Algunos medios sin escrúpulos y las redes sociales han difundido estos mitos generando desconfianza y pánico a tal nivel que entre 2008 y 2014 se detectaron en todo el mundo un millón ochocientos mil casos de personas con enfermedades que pudieron haber sido prevenidas por vacunas: sarampión, paperas, rubeola, tosferina, polio. El panorama es bastante desolador a nivel mundial pero no en México, donde en el mismo periodo se identificaron solamente cuatro casos, no relacionados entre ellos y de una sola enfermedad, de sarampión.

La Organización Mundial de la Salud hace un recuento muy cuidadoso de todos los casos de enfermedades prevenibles por vacunas en el mundo y recomienda la aplicación de esquemas extraordinarios de vacunación cuando sea necesario. Por otro lado, el gobierno mexicano programa, organiza y ejecuta extensas campañas de vacunación como la de este año que llevará a la aplicación de 35 millones de dosis con una inversión de 1,920 millones de pesos.

Las vacunas del sector público son todas de excelente calidad y conservadas bajo la más estrictas condiciones para su correcta aplicación, son gratuitas y de acceso universal siendo los sectores prioritarios infantes entre 0 y 6 años, niños entre 7 y 18 años y adultos mayores a 65 años. Cada grupo tiene sus vacunas particulares con la dosis exacta para proteger sin causar efectos indeseables.

Que en nuestro país no se detecte ni un solo caso de muchas enfermedades contagiosas es un logro de todos. De los gobiernos y de los médicos pero sobre todo de las familias mexicanas que valoran el servicio de las vacunas, salvando la vida de sus hijos y del resto de los mexicanos. Algo de lo que todos debemos sentirnos orgullosos. Los invito a transmitir este motivo de orgullo como una vacuna contra el mal humor social.

Información adicional 

Vacuna, con v de vaca


De virus, vacunas y dólares

Perspectiva histórica de la viruela en México: aparición, eliminación y riesgo de reaparición por bioterrorismo

Resurgimiento en el mundo de la Tuberculosis Pulmonar: control epidemiológico, promoción y prevención

¿Cuáles son algunos de los mitos, y los hechos, sobre la vacunación?

Un mapa resume el daño causado por el movimiento anti-vacunas

Fuente original del recuento de casos de enfermedades prevenibles por vacunas

lunes, 12 de junio de 2017

Electricidad como negocio ciudadano


Artículo publicado originalmente por Brenda Valderrama en la columna "Reivindicando a Plutón" del Sol de Cuernavaca el 12 de junio de 2017.

Para entender en toda su profundidad la nueva industria eléctrica es necesario hacer un poco de historia. La primera época comienza en 1881 con la creación de la Compañía Mexicana de Gas y Luz Eléctrica, una empresa pública que desaparece en 1898 en beneficio de la extranjera The Mexican Light & Power Company, Ltd. A partir de entonces y hasta mediados del siglo XX el negocio de la generación y distribución de electricidad recae totalmente en manos extranjeras.

En 1937 el presidente Lázaro Cárdenas expropia la industria eléctrica del país pues las empresas existentes no atendían a las comunidades rurales por el alto costo de la inversión, dando luz a la segunda época de la industria eléctrica mexicana. Hasta 1941, año en que se concreta la nacionalización de la industria eléctrica, coexisten empresas privadas en la Ciudad de México y algunas poblaciones cercanas, incluyendo Cuernavaca, con la Comisión Federal de Electricidad (CFE) que toma control de la distribución en el resto del país. En 1960 el presidente López Mateos compra en 200 millones de dólares las acciones de las empresas privadas que permanecían en México y crea la Compañía de Luz y Fuerza del Centro la cual estuvo en funciones hasta 2009, año en que se extingue trasladándose su patrimonio a la CFE.

Para 2017 la generación y distribución de energía eléctrica en México es un negocio que vale 3,600 millones de pesos al año y representa el 2% del Producto Interno Bruto. Este negocio es administrado por la CFE y atiende una cartera de 40 millones de clientes.  La CFE cuenta con un patrimonio, que es de la Nación, con un valor de 508 mil millones de pesos entre los que se encuentra una red de transmisión y una de distribución de electricidad. La red de transmisión es la que se encuentra entre poblaciones y la reconocemos como el cableado de alta tensión que corre entre las torres que se ven en cerros y campos. La de distribución es más urbana y comprende el cableado que llega hasta nuestros domicilios.

Si pudiéramos unir los 122 mil kilómetros de líneas de suministro con los 773 mil kilómetros de líneas de distribución podríamos conectar Mérida con Tijuana 223 veces.  En este momento el 98% de la población en México cuenta con suministro eléctrico gracias a esta inversión, cumpliendo con el mandato expresado en la expropiación de 1937.

Con respecto a la generación de energía, la CFE ha sido la propietaria histórica de las grandes hidroeléctricas y más recientemente de las termoeléctricas que transforman el calor generado por la quema de combustibles en energía eléctrica, también es propietaria de una nucleoeléctrica, la de Laguna Verde en Veracruz. En los últimos años la generación de energía dejó de ser monopolio de CFE dando lugar a la construcción y operación de plantas generadoras de electricidad privadas. Esta apertura ha permitido que por primera vez en nuestro país a la inversión en generación de energía se incorporen fuentes diferentes al petróleo y sus derivados, de tal suerte que para 2017 el 15% de la electricidad que consumimos proviene de fuentes limpias como son el sol y el viento.

La Reforma Energética ha sido fundamental para esta transición facilitando la evolución del negocio de la electricidad además de incorporar nuevos actores. Por un lado están ahora los grandes generadores de electricidad privados, dueños de hidroeléctricas, granjas solares o campos eólicos y por otro lados los suministradores, personas que compran electricidad al por mayor y la venden a grandes usuarios, por ejemplo a los gobiernos estatales. Pero también aparece una nueva figura, los pequeños generadores, personas como usted que invierten en paneles fotovoltaicos y los instalan en el techo de la casa, cosechando la energía del sol y transformándola en electricidad.

Hasta ahora aquellas familias que han decidido invertir en paneles fotovoltaicos para la generación de energía eléctrica han tenido la posibilidad de conectarse a la red de la CFE mediante un ingenioso medidor reversible. Durante el día los paneles generan electricidad y la inyectan a la red por lo que el medidor gira en sentido inverso, descontando el consumo. Por la noche el medidor gira en sentido directo marcando el consumo. Si al final del bimestre el consumo resulta mayor que la generación, la CFE lo factura en el recibo correspondiente. Si el resultado es el contrario, es decir, si la generación resulta ser mayor que el consumo entonces la CFE se lo queda.

Esta situación cambió el 7 de marzo del 2017, fecha en que se publican los lineamientos que permiten la operación del esquema de generación distribuida. A partir de esta fecha la CFE está obligada a comprar la electricidad que produzcan en exceso los pequeños generadores haciendo el pago electrónico en una cuenta de banco a nombre del titular una vez al año, de forma acumulada. Un cálculo conservador indica que una familia que esté pagando 4 mil pesos bimestrales podrá, con una inversión de 100 mil pesos, recuperarla en cuatro años y de ahí en adelante contar con abasto de electricidad sin costo además de venderle a la CFE su excedente por los siguientes 20 años que es la vida útil de los paneles.

¿A quiénes beneficia esta oportunidad? En primera instancia a los cerca de 20 mil hogares que tienen instalaciones fotovoltaicas menores a 500 kilowatts y que ya están participando con el 0.07% de toda la electricidad el país. Con estas modificaciones, se espera que el número de pequeños generadores se incremente hasta 3.5 millones. Una inversión de 400 mil millones de pesos, casi igual que toda la CFE.

Estamos viviendo un momento histórico, el nacimiento de la tercera época de la industria eléctrica de nuestro país, cuando la inversión pública se suma a las grandes inversiones privadas y, de manera inédita, la generación de electricidad se acerca a la ciudadanía como negocio.

Esta transformación tiene una virtud adicional.  En países donde se ha consolidado la generación de electricidad a partir de energía solar la necesidad de personal calificado ha detonado el mercado laboral siendo uno de los segmentos con mejor desempeño. De tal forma que en Estados Unidos, por ejemplo, hay tres empleos en el sector solar contra uno de los sectores del carbón, gas y petróleo, todos juntos.

Información adicional
Lineamientos oficiales que determinan las condiciones para la generación distribuida
Situación del mercado laboral dedicado a la energía solar en Estados Unidos
Plan de negocios 2017-2021 de la Comisión Federal de Electricidad