Artículo publicado originalmente por Brenda Valderrama en la columna "Reivindicando a Plutón" del Sol de Cuernavaca el 18 de junio de 2018.
Nuestro cerebro es un órgano formado por células al igual
que el resto de nuestro organismo, pero por un tipo muy especial de células
llamadas neuronas. Las neuronas, a diferencia de otras células que podríamos describir como pequeños bultos, son más parecidas a estrellas
de múltiples picos. Cada uno de estos picos se llama axón y al conectarse con otra neurona dan lugar a la sinapsis.
Cada neurona tiene un número diferente pero abundante de
axones, eso significa que puede establecer múltiples sinapsis con sus neuronas
vecinas. Cada vez que nosotros tenemos actividad cerebral, ya sea porque
respondemos a un estímulo como el frío, queremos hacer un movimiento o
simplemente porque pensamos algo, las neuronas utilizan las sinapsis para
transmitir una corriente eléctrica que recorre todo el cuerpo. Como resultado,
tenemos un escalofrío, levantamos un brazo o sonreímos, si es que el
pensamiento que tuvimos es agradable.
Las neuronas responden también a lo que escuchamos, a lo que
vemos y a lo que aprendemos. Si los estímulos que recibimos son abundantes y
diversos, las neuronas responden con múltiples sinapsis de corto plazo. Si los estímulos que
recibimos son pocos y repetitivos, las neuronas establecen menos sinapsis y éstas
se van volviendo rígidas.
Durante las campañas estamos expuestos a numerosos estímulos
y así como podemos decidir escucharlos todos permitiendo que nuestro cerebro
reciba y responda a la diversidad también podemos decidir limitarnos a recibir
solamente algunos reduciendo la actividad de nuestro cerebro. Si estos estímulos,
además de ser pocos resultan ser mensajes sencillos, cortos y repetitivos, entonces
nuestro cerebro se limita todavía más generando menos sinapsis que se van
fortaleciendo cada vez que escuchamos el mensaje, rigidizándose y reduciendo la
posibilidad de responder a otros.
Si el tiempo es corto el cerebro tendría posibilidad de
reaccionar y recuperar su plasticidad, sin embargo, si el estímulo es recibido
durante mayor tiempo, digamos meses o años, la rígida arquitectura neuronal que
genera se vuelve prácticamente irreversible. Esta rigidez impide que
respondamos a estímulos diferentes, es decir, que generemos nuevas sinapsis
volviéndonos inflexibles. Esta situación es completamente fisiológica y no
depende de la edad, del género o de la inteligencia de la persona y nadie está
exento, ni yo misma.
Conocer cómo nuestro cerebro se adapta y responde a los
mensajes externos ya sean políticos pero también ideológicos o religiosos ayuda
a entender cómo nuestro organismo participa en la construcción de nuestro
sistema de creencias y también cómo podemos, con gimnasia mental, revitalizarlo
y darle mayor plasticidad.
Tal como el cuerpo de una persona que abandonó el ejercicio,
recuperar la plasticidad neuronal requiere voluntad y disciplina pero los
resultados son igualmente benéficos para nuestra salud física y mental. En lo
social, este cambio mejoraría nuestra convivencia al permitirnos no solamente escuchar
ideas diferentes a nuestras creencias sino también al darnos la oportunidad de
ejercer nuestro derecho a cambiar de opinión.