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jueves, 18 de mayo de 2017

Ciencia que no vende


Artículo publicado por Brenda Valderrama en la columna "Reivindicando a Plutón" del Sol de Cuernavaca el 5 de marzo de 2018.

Hace un par de días me enfrasqué en un interesante debate dentro del muro de mi amigo y colega Javier Apodaca al discutir una nota aparecida en un medio nacional donde una egresada del Instituto de Medicina Genómica reseñaba lo que parece ser un servicio de análisis genético. La polémica surgió en cuanto si la nota, clasificada como científica, era o no precisa.

Como nota científica, sin duda, el contenido era cuestionable pues en el afán de simplificarlo presentaba graves imprecisiones. Este es un error muy frecuente en el que caemos los divulgadores de la ciencia pero que puede ser solventado con mejor preparación en cuanto al estilo y un análisis cuidadoso del contenido. Por otro lado y desde la óptica de los mercadólogos, tenemos que aceptar que en México (y posiblemente en todo el mundo) la ciencia no vende. Esto representa una paradoja ya que mientras que a los profesionales de la ciencia, a los científicos, la formación está dirigida de manera rigurosa y permanente a la transmisión del conocimiento con la mayor precisión aún a costa de la claridad, cuando los resultados de la ciencia se transforman en productos comerciales es necesario revertir la práctica. Es decir, se espera que privilegiemos la claridad sobre la precisión.

Como producto de esta paradoja se generan algunos errores comunes entre los que se encuentra la insistencia del científico en la precisión extrema respecto al uso de los términos. En la nota que da origen al debate, por ejemplo, causó inquietud la manera en que la entrevistada presenta el término epigenética, el cual estaba ciertamente descrito de manera imprecisa lo cual es inaceptable en un documento científico. Ahora, si analizamos la nota como inserción comercial tendríamos que evaluar si el uso laxo del término pudiera justificarse en la perspectiva de darle valor al producto en la mente del cliente. En este caso en particular y como opinión personal no fue así. En lugar de añadirle valor, el uso del término suena presuntuoso y confunde.

Pero por favor no nos culpen a los profesionales de la ciencia de puritanismo. Encontrar términos científicos mal empleados nos genera la misma reacción fisiológica que le produciría a un concertista una nota discordante en un nocturno de Chopin. Ejemplos clásicos son el shampoo con células madre vegetales o la fotosíntesis humana. En este sentido se trata de la sobreexplotación del término con la finalidad de promocionar un producto típico pero sin mayores consecuencias. Es decir, no es apropiado pero se encuentra todavía dentro de los límites de la ética.

Lo que es absolutamente inaceptable y pudiese clasificarse inclusive como delito es la utilización de términos científicos para inducir a las personas a prácticas de riesgo. De manera reciente presenté en este mismo blog el caso de la vacuna contra la diabetes donde unos vivales explotan la frustración de los pacientes ante una condición desgastante como es esta enfermedad al ofrecerles una solución fácil, económica y definitiva. Afortunadamente intervino la autoridad de manera pronta evitando que este fraude causará daño a quienes, de buena fe, la consumieron.

Un par de excepciones en este sentido que ameritan mención especial son las participaciones del Dr. Luis Mochán, en ese tiempo director del Instituto de Ciencias Físicas de la UNAM, en el desenmascaramiento del fraudulento Detector GT200 que fue utilizado por nuestras fuerzas armadas para la detección de explosivos y del Dr. Mauricio Hernández, entonces director del Instituto Nacional de Salud Pública, con respecto a la limitada eficacia de la vacuna contra el dengue.

El mensaje que quisiera transmitir aquí es que el rechazo absoluto de la comunidad científica a participar del proceso de comunicación de los productos de la ciencia está generando un vacío que puede ser utilizado, en el mejor de los casos, por personas con poca preparación o con intereses particulares y, en situaciones extremas, por charlatanes. Por supuesto que la promoción comercial de los productos de la ciencia requiere formación especializada pero afortunadamente se están generando los espacios idóneos, como es la Maestría en Comercialización de Conocimientos Innovadores que se imparte en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, con lo que se deberá cerrar la brecha que existe entre la buena ciencia y las necesidades del mercado.

Este esfuerzo no solo es deseable sino que es indispensable. La mayor parte de la deuda en moneda extranjera de nuestras industrias corresponde a la importación de tecnología. Irónicamente los científicos mexicanos somos buenos generadores de conocimiento simplemente no hemos podido consolidarnos como generadores de tecnología de manera útil y oportuna.

Mi opinión personal, no solamente sobre la nota que da origen a esta reflexión, sino en general, es que es necesaria una revisión individual sobre la pertinencia de las líneas de investigación desde la óptica de la aplicación de sus resultados. Estoy convencida que es el mejor servicio que le podemos retribuir a un país que nos ha dado tanto.

Información adicional

Portal de la Maestría en Comercialización de Conocimientos Innovadores

Artículo respecto a la Vacuna contra la diabetes