Artículo publicado originalmente por Brenda Valderrama en la columna "Reivindicando a Plutón" del Sol de Cuernavaca el 2 de abril de 2018.
Dice la Biblia que Matusalem tenía 187 años cuando engendró
a Lamec y después vivió otros 782 años aunque no existe registro de ninguna
persona que haya vivido tanto tiempo. Es más, actualmente disfrutamos de la más
alta expectativa de vida en la historia siendo de 70 años a nivel global y en
México de 75 años. Vivimos más, vivimos mejor y ya no nos enfermamos de lo
mismo.
Hasta hace 100 años las principales causas de muerte correspondían
a padecimientos infecciosos transmisibles como neumonía, tuberculosis e
infecciones gastrointestinales. En estos momentos el panorama es muy diferente.
Avances recientes en tecnologías médicas han ayudado a controlar, desde una
perspectiva de salud pública, los padecimientos transmisibles con excepción de
la influenza que ocupa el noveno lugar. Los enemigos a vencer ahora son los no transmisibles como los padecimientos cardiovasculares, el
cáncer y las enfermedades crónico-degenerativas entre ellas el Parkinson y la
diabetes.
De todas estas enfermedades no hay ninguna que despierte más
alarma que el cáncer. Su sola mención provoca angustia debido a la agresividad
del padecimiento y por lo tanto se ha apoderado del imaginario colectivo. La
identificación de alimentos como el café o los embutidos ahumados como
promotores de cáncer se propaga por redes sociales. Por otro lado, se recomiendan
dietas alcalinas, medicamentos herbolarios o tratamientos como la ozonoterapia como
balas de plata para contener el desarrollo de la enfermedad una vez
diagnosticada.
Sea como fuere los médicos y los científicos hemos fallado
en transmitirle a la población que a pesar de poseer características comunes el
cáncer no es una enfermedad única y, por lo tanto, no existe ningún tratamiento
universal. En un buen número de casos se trata de padecimientos congénitos
siendo el mejor estudiado el cáncer de mama donde la presencia de ciertas variaciones
de los genes brca 1 y 2 predicen con alta probabilidad la ocurrencia del
padecimiento por lo que pueden ser usados como pruebas genéticas diagnósticas.
En otros casos son adquiridos por factores ambientales como el contacto con
asbesto y otros agentes carcinogénicos como el cigarro.
Precisamente por la diversidad en su origen, en estos
últimos 20 años se han desarrollado nuevos tratamientos, diferentes a la
quimioterapia, para atender casos particulares. Como ejemplos tenemos la
terapia derivada del uso de células madre contenidas en el cordón umbilical para
abatir la leucemia infantil; el uso de semillas radioactivas para el
tratamiento del cáncer de próstata conocido como braquiterapia que sustituye
exitosamente a la cirugía; y, finalmente, una nueva generación de medicamentos
biológicos conocidos como anticuerpos terapéuticos que permiten el ataque
selectivo de las células malignas sin efectos secundarios y cuya eficacia ha
sido demostrada clínicamente para cáncer de mama, de colon y algunos tipos de
linfoma.
Sin quitar importancia a la seriedad el padecimiento hay que
tener claro que abandonar un tratamiento médico por seguir una terapia
alternativa pone en riesgo la vida. La ciencia ha aportado mucho para el
tratamiento del cáncer y lo seguirá haciendo hasta que lo erradiquemos como lo
hemos hecho ya con otros padecimientos devastadores como la viruela y la peste
bubónica. Mientras tanto, coman sano,
hagan ejercicio y disfruten el privilegio de estar aquí y ahora.
Información adicional
Evolución de la expectativa de vida a nivel global
Anticuerpos terapeúticos: éxitos, limitaciones y expectativas para el futuro (en inglés)
La braquiterapia, una alternativa no quirúrgica para el cáncer de próstata
Nuevas herramientas moleculares para el diagnóstico del cáncer
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