Artículo publicado originalmente por Brenda Valderrama en la columna "Reivindicando a Plutón" del Sol de Cuernavaca el 7 de mayo de 2018.
Según el Diccionario de la Lengua Española, un veneno es un
sustancia que, introducida en un ser vivo, es capaz de producir graves
alteraciones e incluso la muerte. Ocasionalmente los venenos provienen de
fuentes minerales, como por ejemplo el arsénico, pero en lo general provienen
de fuentes vegetales.
Las plantas producen este tipo de compuestos como una
estrategia de supervivencia para evitar ser consumidas por insectos o por animales.
Si realizáramos un estudio sistemático, encontraríamos que prácticamente todas
y cada una de las plantas que tenemos en casa, en nuestro jardín o en el campo
que nos rodea, son potencialmente venenosas. Solamente el conocimiento
ancestral de nuestras sociedades nos permite saber con precisión cuáles plantas,
o partes de ellas, son aptas para consumo humano y cuáles no.
Los venenos son producidos en las plantas como parte de su
metabolismo secundario, es decir, no son compuestos esenciales para ellas sino
que se sintetizan y se acumulan para funciones ecológicas. Los metabolitos secundarios
poseen estructuras químicas diversas como por ejemplo los alcaloides, los
terpenoides o los fenólicos.
La humanidad ha desarrollado un profundo entendimiento de
estos compuestos con muy diferentes resultados. Por un lado han sido fundamentales
para conocer la fisiología humana, es decir, sabemos cómo funcionan nuestras células a través de entender el mecanismo
bioquímico de acción de un veneno. Un ejemplo clásico es el efecto del cianuro sobre la respiración.
Por otro lado, algunos venenos, al ser usados en dosis muy
diluidas tienen efectos terapéuticos como por ejemplo la digitoxina,
proveniente de Digitalis purpurea,
cuyo análogo sintético la digoxina es ampliamente utilizado en pacientes con
insuficiencia cardiaca. Finalmente tenemos a los metabolitos psicoactivos, aquellos
cuyo blanco de acción se encuentra en el cerebro.
Dentro de este grupo tenemos algunos compuestos como son la
cafeína del café o la nicotina del tabaco, que no necesariamente son inocuos o no
generan dependencia, pero que su suave efecto en nuestro comportamiento hace
que su consumo sea tolerado por lo que se pueden comercializar libremente. El
lado oscuro de este grupo lo componen otras moléculas como los cannabinoides de
la mariguana o la cocaína de la planta Erythroxylum
coca las cuales, debido a su intenso e impredecible efecto sobre el comportamiento
de las personas acompañado de una fuerte adicción y efectos degenerativos, no
son aceptados socialmente.
Los venenos son el resultado de millones de años de
evolución y como todo en la naturaleza no son por si mismos ni buenos ni malos,
nos corresponderá a nosotros, con base en nuestras decisiones, si los volvemos
nuestros mejores amigos o nuestros peores enemigos.
Información adicional.
Metabolismo secundario en plantas
Plantas venenosas en México y en el mundo
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