Artículo publicado originalmente por Brenda Valderrama en la columna "Reivindicando a Plutón" del Sol de Cuernavaca el 9 de noviembre de 2015.
Solo una vez recibí un tratamiento homeopático pero como mis
papás decidieron que tomara dos medicamentos de manera simultánea, es imposible
saber si me curó el homeopático, el farmacéutico o si me curé sola a pesar de
ambos tratamientos. La verdad es que lo único que sé con certeza es que los
chochitos de azúcar con alcohol estaban sabrosos.
La homeopatía la inventa Samuel Hahnemann en Europa a
finales del siglo XVIII como una alternativa a métodos totalmente inaceptables
desde la óptica moderna como las sangrías. Sin embargo, esta disciplina tiene
dos características por las que su validez ha generado un profundo
cuestionamiento por los científicos de México y del mundo.
La primera es la práctica de catalogar las enfermedades por
los síntomas, como por ejemplo la comezón, y la presunción de que su origen es
una mezcla de agentes infecciosos, influencias ambientales y predisposición
personal. Esta manera de abordar el problema tuvo sentido a finales del siglo
XVIII cuando la microbiología estaba apenas comenzando y conceptos como “fuerza
vital” y “generación espontánea” no habían sido retados con explicaciones
racionales derivadas de la observación científica. Sin embargo, ahora sabemos
que padecimientos como la sarna o la psoriasis, que presentan síntomas a
primera vista similares, tienen orígenes totalmente diferentes y por lo tanto,
los tratamientos tendrán que ser los específicos para cada una.
Al principio Hahnemann partió del supuesto de que lo que te
enferma, si se ingiere en dosis diluidas, te curaría. Como en realidad no
existe una correlación clara entre la ingestión de compuestos y las
enfermedades muy pronto evolucionó el concepto hacia el estudio de extractos
vegetales o animales para identificar si tenían efecto sobre las personas.
Estas pruebas llamadas comprobaciones han tenido cierto valor por usar grupos
de control, procedimientos sistemáticos y análisis estadístico de los
resultados. Sin embargo, su gran deficiencia consiste en que se trata de
procedimientos subjetivos y que no son ciegos, es decir, no tienen cuidado de que
el paciente no sepa si está tomando un medicamento o un placebo. Ocasionalmente
las comprobaciones homeopáticas han servido para el desarrollo de medicamentos
modernos como, por ejemplo, la evidencia de que la nitroglicerina podría ser
útil en el tratamiento para la angina de pecho.
La segunda característica tiene que ver con el método de
preparación de los medicamentos. Como las observaciones iníciales de Hahnemann
provenían de venenos y otro tipo de compuestos que efectivamente causaban daño,
su hipótesis de trabajo fue que si se diluían lo suficiente, entonces tendrían
el efecto contrario. Aunque ya mencionamos que esta presunción ha sido
modificada con el tiempo, todavía los homeópatas conservan la práctica de la
dilución extrema de los principios activos.
A finales del Siglo XVIII tampoco se habían desarrollado las
teorías moleculares de la química moderna que en nuestros tiempos nos permiten
saber exactamente cuántas moléculas de un compuesto, por ejemplo cloruro de
sodio (sal de mesa) se encuentran en una solución. Inclusive se ha desarrollado
el concepto químico de concentración y una unidad específica conocida como concentración
molar. En la entrega de la semana pasada hablamos de la constante de Avogadro,
donde aprendimos que una mol de un compuesto contiene exactamente 6 x 1023
moléculas del mismo y que equivale a la masa molecular expresada en gramos.
Volvamos a la sal de mesa para dar un ejemplo. Una molécula de cloruro de sodio
está formada de un átomo de cloro y uno de sodio, cuya masa sumada da 58,44
gramos/mol, es decir, que si pesamos en una báscula 58.44 gramos de sal
tendremos una mol y en esa mol 6 x 1023 moléculas del compuesto.
Ahora, si diluimos esa mol de cloruro de sodio en un litro de agua tendremos
una solución de concentración 1 molar
(1M).
En homeopatía se usa de manera frecuente las diluciones
1:100 que consisten en tomar una parte de la solución concentrada y diluirla
100 veces y así sucesivamente. Una de las diluciones más aceptadas por los
homeópatas para sus medicamentos es la conocida como 30C, es decir que la
solución concentrada sufrió 30 diluciones consecutivas cada una por un factor
de 100. Procedamos ahora a calcular cómo se comportaría nuestra solución 1M de
cloruro de sodio.
Sabemos que nuestra solución contiene 6 x 1023
moléculas de cloruro de sodio en un litro. Si diluimos ese litro en 100 litros
ahora tendríamos 6 x 1021 moléculas en un litro (dos órdenes de
magnitud menos que es igual a cien veces). Si lo hacemos una segunda vez
tendríamos 6 x 1019 moléculas en un litro y si lo hacemos diez veces
más tendríamos solo 6 moléculas en los cien litros. Si lo volvemos a diluir por
treceava ocasión, entonces ya no habría suficientes moléculas para distribuir.
Definitivamente una dilución 30C ya no tendría ni una sola molécula que no
fuera agua.
Ante tal evidencia, los defensores de la homeopatía han
desarrollado explicaciones alternas como la memoria del agua, donde arguyen que
las moléculas del solvente “recuerdan” que tuvieron un principio activo y
transmiten esa información como remedio. También se han adicionado
procedimientos físicos como golpear la solución o exponerla a la luz del sol
con la finalidad de energizarla y aumentar la potencia de los compuestos.
Ninguna de estas prácticas ha soportado el análisis riguroso
del método científico en lo que se conoce como pruebas clínicas y que son los
procedimientos que las autoridades sanitarias solicitan de cualquier
medicamento que sale al mercado para darle un registro. En México la autoridad
en la materia es la COFEPRIS (Comisión Federal para la Protección contra
Riesgos Sanitarios).
Me agrada mucho su blog. Tiene la divulgación de la vieja escuela con un detalle y estilo literario ameno.
ResponderBorrarPero en este caso estoy en desacuerdo con su escrito:
1) Es cierto que se parte de una solución molar, sin embargo no se diluye en 100 Litros directamente. En el contexto al cual se refiere del litro se toma 1 parte y se diluye en 99 ml cuando es una escala decimal, que se denomina 1D. En cuanto a la escala centesimal se toma 1 parte y se diluye en 99 partes, se denomina 1C.
2) La homeopatía no usa la exposición al Sol. Eso lo usa las flores fe Bach que es otro sistema terapéutico.
3) Es muy difícil aprobar un remedio que no cuenta con indicaciones para X o Y enfermedad porque en la homeopatía individualizada se basa en que el mismo remedio no se usa para lo mismo sino que depende de la totalidad de cada persona. Aunque sí se pueden hacer ensayo doble ciego, el problema es que durante el transcurso del tiempo el remedio se puede cambiar en función de los síntomas.
Para los remedios homeopáticos que tiene indicaciones esos sí se pueden legislar como los llamados "alopáticos".
4) Aunque no se tengan las mismas pruebas que en la medicina o la farmacia alopática, no significa que no existan. Le sugiero ver algunos trabajos en Pubmed o en bases datos.