Artículos publicados originalmente por Brenda Valderrama en la columna "Reivindicando a Plutón" del Sol de Cuernavaca los día 4 y 11 de diciembre de 2017.
La
estrategia de una administración federal para promover al país se plasma en el
Plan Nacional de Desarrollo. Para el periodo 2012-2018 el tema de inversión en
Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI) se enmarca dentro de la meta México con
Educación de Calidad donde uno de los diagnósticos indica que es indispensable aprovechar
nuestra capacidad intelectual para el desarrollo de CTI mediante el impulso al
posgrado, la investigación científica y la creación de empresas de base
tecnológica. No podríamos estar más de acuerdo con esta expresión. México (y
Morelos) tiene talento que se beneficiaría de la apertura de nuevos y mejores
cauces.
Esta expresión de buena voluntad requiere de planeación y programación. Para
eso se elabora el PECITI (Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación
2014-2018) donde se expresa en qué y cómo se ejercerá el presupuesto con la
intención de cumplir la meta nacional teniendo como meta específica hacer del
desarrollo científico, tecnológico y la innovación pilares para el progreso
económico y social sostenible. El PECITI 2014-2018 se basa en el despliegue de
cinco estrategias de manera simultánea: Incrementar la inversión nacional en
CTI hasta alcanzar el 1% del PIB; Contribuir a la formación de capital humano
de alto nivel; Impulsar el desarrollo de vocaciones y capacidades científicas,
tecnológicas y de innovación locales; Contribuir a la transferencia y aprovechamiento
del conocimiento; y Contribuir al fortalecimiento de la infraestructura
científica y tecnológica del país.
A
nivel del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) el gasto en CTI se
divide en dos grandes rubros: el ramo 38 que es asignado al Consejo Nacional de
Ciencia y Tecnología (CONACyT) y lo que se asigna a cada Secretaría de Estado, estando todo etiquetado para el cumplimiento del PECITI. En el recientemente publicado
PEF 2018 este monto asciende a 91 mil 952 millones de pesos que se distribuye
de la siguiente manera: 31 mil 664 millones para la SEP, 31 mil 91 millones
para el CONACyT (el cual se detalla más adelante), 8 mil 908 millones para la SAGARPA, 6 mil 979 millones para la
Secretaría de Energía, 6 mil 720 millones para la Secretaría de Salud, mil 428
millones para la Secretaría de Economía y el resto se divide entre 10
secretarías más.
Además
del PECITI, existen otros rubros que suman 94 mil 642 millones para el desarrollo de CTI como son
la Estrategia de transición para promover el uso de tecnologías y combustibles
más limpios con un presupuesto de 28 mil 625 millones; los recursos asignado
para la Adaptación y mitigación de los efectos del cambio climático con 61 mil
826 millones, el programa Especial concurrente para el desarrollo rural
sustentable con 50 mil 200 millones y las Erogaciones para la igualdad entre
mujeres y hombres con 4 mil 190 millones que se destinan a Becas de posgrado y
Apoyos para actividades científicas, tecnológicas y de innovación. La
suma de todos estos recursos asciende a 186 mil 645 millones de pesos que equivalen
al 3.5 % del presupuesto nacional.
El
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología es el órgano del gobierno federal
creado para atender de manera específica las necesidades nacionales de
inversión en ciencia, tecnología e innovación. Desde 1970 hasta la fecha, el
CONACyT ha sido una pieza clave para el desarrollo del país ya que cuenta con
la principal fuente de becas para estudios de posgrado además del único fondo
de fomento a la investigación básica.
Por
esta razón el presupuesto que se le asigne al CONACyT tiene profundas
implicaciones en nuestra sociedad promoviendo la especialización de nuestros
jóvenes talentos pero también financiando el desarrollo de tecnologías propias
que permitan el despegue de México en un marco internacional muy competido y
cada vez más globalizado. Para 2018 los recursos asignados al Consejo corresponden al 0.5% del total del presupuesto nacional alcanzando una séptima parte de lo asignado para las actividades nacionales enfocadas a CTI.
De los recursos asignados por la Cámara de Diputados para el CONACyT en 2018 es posible identificar la asignación de 26 mil 925 millones 900 mil pesos Este presupuesto
es prácticamente igual al del año pasado sin embargo la distribución dentro de
los programas y acciones es diferente y merece un análisis más detallado. Lo
primero que observamos es la división entre lo que puede distribuir el Consejo
a sus programas y lo que se asigna directamente para la operación del Sistema
de Centros Públicos de Investigación también conocidos como Centros CONACyT,
monto que ascendió del 20.8 al 21.5% del total.
Adicionalmente,
el incremento relativo a la asignación a dos programas emblemáticos, el Sistema
Nacional de Investigadores y el Programa Nacional de Becas de Posgrado, que
pasaron del 17 y 35%, respectivamente, del presupuesto asignado al CONACyT en
2017 al 18.5 y 37.5% para el 2018. Con estas tres previsiones, el Consejo
dispondrá de 6 mil millones para el resto de sus obligaciones, mil millones
menos que el año pasado y casi 9 mil millones menos que en 2015, el mejor año
del sexenio.
¿Qué
implicaciones tendrá esto para nosotros en Morelos? Lo primero es la mayor dificultad
en mantener y ampliar la infraestructura científica pues en 2018 se asignaron
únicamente 100 millones para todo el país. Desafortunadamente un solo equipo de
los dañados en la UAEM por el sismo 19S requiere 20 millones para su
reposición. Segundo, la inminente reducción en el Fondo SEP-CONACyT que es el
único en el país que financia proyectos de investigación básica, una de las
grandes fortalezas de nuestro ecosistema de innovación estatal. Finalmente, la
baja significativa en el Programa de Estímulos a la Innovación con los que se
fomenta la inversión de empresas de base tecnológica en investigación aplicada
que obtiene mil 589 millones, la cantidad más baja del sexenio.
Esta dinámica presupuestal deberá ser analizada con cuidado por la siguiente administración y tendrán que tomar decisiones sobre temas estratégicos como es la desvinculación del Sistema de Centros Públicos de Investigación así como el rediseño de programas fundamentales como el de Becas Nacionales y el Sistema Estatal de Investigadores. Sabemos que nuestro sistema político sexenal conlleva un ciclo de inversión sin embargo
el sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación es un ente dinámico que
requiere la inyección regular de recursos y que de no mantener este ritmo,
provocará la pérdida de competitividad internacional de nuestro cuerpo
científico y, en consecuencia, de nuestra capacidad industrial. Un lujo que no
podemos darnos.
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