Artículo publicado originalmente por Brenda Valderrama en la columna "Reivindicando a Plutón" del Sol De Cuernavaca el 11 de enero de 2015.
En los años que tengo en la investigación científica he
tenido la oportunidad de atestiguar la profesionalización de la actividad. Al
principio la veía, por supuesto, como un componente académico más del programa
de licenciatura en el que estaba inscrita, sin mayor claridad sobre lo
importante que eran mis resultados y más orientada a la calificación de fin de
semestre. No fue sino hasta el posgrado que comencé a valorar la necesidad de
aprovechar mejor mis esfuerzos con la finalidad de generar un curriculum,
elemento indispensable para conseguir un
buen trabajo.
Y justo ahí comenzaron mis dudas pues qué cosa exactamente
es un curriculum y peor aún, qué es un buen curriculum. Por lo tanto me puse a
preguntarte a mis amigos y parientes y me encontré con que, para diferentes
sectores de nuestra sociedad, el contenido del curriculum varía de manera
importante. Para el sector empresarial, lo importante es saber qué negocios has
creado y cuál ha sido su ganancia. Para el sector artístico, las obras que has
generado y cuáles han sido expuestas o adquiridas. Finalmente logré saber que
para el sector científico lo que se incluye es el número de publicaciones y el
impacto que han tenido en la comunidad.
Las publicaciones científicas se hacen de varias maneras ya
sea en prensa, en libros, revistas, en línea, etc., sin embargo pueden
dividirse en dos grandes grupos: con arbitraje o sin él. El arbitraje consiste
en una práctica socialmente aceptada donde colegas de la misma área del
conocimiento revisan un documento y valoran de manera anónima, por separado o
en equipo, si el documento cumple con el rigor científico necesario, si el
concepto principal al mismo es original, si se observaron las condiciones de
ética experimental necesarias, si se está acreditando correctamente el trabajo
de otros autores, etc. Una buena evaluación a nuestro trabajo nos permitiría
entrar al círculo de los científicos exitosos.
Como se imaginarán, que la valoración del trabajo de mucha
personas quizá por años dependa de un árbitro anónimo le introduce un elemento
muy subjetivo al análisis. Si el árbitro no es muy experimentado o si es una
persona que por sí misma no acostumbra trabajar con rigor científico o
inclusive si tiene razones para evaluar negativamente una buena propuesta por
razones personales, todo esto afectaría totalmente la apreciación a nuestro
esfuerzo.
Es por eso que se ha generado, de manera más bien
institucional, un sistema de revistas y de editoriales especializadas en
publicaciones científicas. Algunas de ellas con realmente antiguas como la
revista inglesa Phylosophical Transactions que se publica desde 1665 y donde se
dieron a conocer los grandes descubrimientos científicos de la época.
Actualmente y en respuesta a la increíble cantidad de conocimiento que se está
generando cada día en todo el mundo, existen decenas de miles de revistas científicas
que se publican de manera permanente. Algunas de ellas como Nature y Science,
son e interés general y se han catapultado como líderes en cuanto a la
publicación de lo más novedoso y relevante. Otras son más especializadas pero
todavía con cobertura internacional y también existen revistas locales o regionales
que aceptan trabajos en idiomas diferentes al inglés.
En el modelo convencional la empresa que publica la revista contrata
personal para que coordine al comité editorial (que decide la línea editorial
de la revista) y también para recibir los manuscritos, enviarlos a los árbitros
para revisión (que normalmente trabajan de manera gratuita), darle seguimiento
a las revisiones, aceptar y realizar diseño de página, publicar y finalmente,
generar un sistema de distribución y cobro para las personas que quieran leer
los artículos. En ocasiones las empresas editoriales están insertas en
asociaciones científicas con lo que se genera un beneficio académico y económico
mutuo entre la revista y la asociación.
Este sistema comenzó a entrar en crisis hace 30 años cuando
un grupo importante de científicos cuestionó el hecho de que si la mayoría de
la investigación científica que se realiza en el mundo es con recursos de
gobierno para fomentar y promover el desarrollo de la sociedad entonces los
resultados debieran ser del dominio público directo. Este movimiento fue
conocido como de acceso abierto y promovió un cambio importante en la forma de
que se publica la ciencia.
Entre las revistas pioneras al acceso abierto de encuentra
PLOS (Public Library of Science), una revista que entendió correctamente el
sistema y generó un modelo de negocio donde, sin menoscabo de la calidad del
contenido, todo el costo generado por el proceso es cubierto por los autores
del artículo y, por lo tanto, no es necesario pagar una subscripción para tener
acceso al artículo final. Aunque llevó un poco de tiempo que las entidades
públicas que financian la ciencia aceptaran patrocinar este rubro, en estos
momentos se considera deseable que sea así y es decisión de cada investigador
identificar la mejor revista para su trabajo.
Con la finalidad de ayudar a los autores a identificar las
revistas de su área que ejercen el modelo de acceso abierto se habilitó el
Directorio de Revistas de Acceso Abierto o Directory of Open Access Journals en inglés (DOAJ) y que a la fecha cuenta con
más de 11 mil revistas identificadas en 136 países sumando, en su conjunto, más
de dos millones de artículos.
Sin embargo, de manera sigilosa, ha surgido un grupo de
empresas de dudosa calidad que comenzaron a aprovechar las debilidades de un
sistema internacional tan complejo y que generaron un modelo de negocio basado
en el engaño a los autores. Se conocen internacionalmente como revistas
depredadoras y comenzaron a identificarse desde hace unos cinco años.
Su modo de operación consiste en generar una página web con
las características habituales de una revista científica y donde se exponen artículos
publicados en números anteriores, también presenta a los miembros de un comité
editorial de reconocida trayectoria (en ocasiones sin su conocimiento o
autorización), envían correos solicitando aportaciones directamente a los
investigadores y se comprometen a publicar en tiempos cortos. Todo esto, claro,
a cambio de una contraprestación económica. La identificación de estas revistas
no es tarea fácil pero es fundamental para la salud del sistema científico internacional.
Recientemente se publicó la edición 2016 de la Lista Beall
sobre revistas depredadoras donde se identifica a casi mil revistas científicas
que han sido sorprendidas realizando actividades informales como que no existe
revisión científica en lo absoluto y por lo tanto no hay control de calidad del
material publicado. En otros casos el fraude es más elaborado pues falsifican
controles internacionales como el factor de impacto y también existen algunas impostoras.
El tema es polémico, por un lado existe una presión muy
fuerte del sistema gubernamental para que toda la inversión en investigación se
refleje en publicaciones lo que obliga a los investigadores a buscar las mejores
opciones para lograr este objetivo aún a sabiendas de que se trata de un
producto falso que pone en riesgo al sistema científico en su totalidad. En
cierta forma es parecido a lo que vivimos en las calles del centro de la
ciudad. Los compradores saben que el mercado informal callejero vende productos
de mala calidad y que además daña la economía pues no genera empleos ni paga
impuestos sin embargo lo fomentan porque está ahí y les ofrece lo que
necesitan. Sin embargo, el mayor daño a nuestra carrera no es que no nos
publiquen un artículo sino que sí se publique y que luego quede inhabilitado
por haber cometido un error en la selección de la revista. Ahí no hay marcha
atrás.
La solución final es responsabilidad de cada investigador,
sin embargo creo que puedo darles algunas recomendaciones basadas en mi
experiencia. La primera sería privilegiar revistas donde los miembros del
comité editorial sean científicos reconocidos y de preferencia con los que
tengamos algún contacto. Segundo, acercarse a revistas de asociaciones
científicas las cuales, en su mayoría, ya ofrecen también la opción del pago
por el autor para que el artículo se publique en acceso abierto. Tercero,
identificar el índice de revistas mexicanas de investigación del Conacyt las
cuales han sido valoradas positivamente.
Información adicional
Narrativa sobre el origen de la corriente de Acceso Abierto
Directorio de revistas internacionales de Acceso Abierto
Indice de revistas mexicanas de investigación
Edición 2016 de la lista Beall de revistas depredadoras
Decreto de modificación a la Ley de Ciencia y Tecnología de México para incorporar el derecho al Acceso Abierto
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