Artículo publicado originalmente por Brenda Valderrama en la columna "Reivindicando a Plutón" del Sol de Cuernavaca el 22 de febrero de 2016.
Entre los muchos tipos de persona que puede uno ser a mí me
tocó ser una persona estructurada. Desde pequeña buscaba en el desorden los
elementos comunes que me permitieran ordenar, organizar y jerarquizar mis
libros, mis juguetes y prácticamente todo a mí alrededor. No era un tema de
obsesión sino de eficiencia: es más fácil encontrar algo que buscas si está en
su lugar que si no lo está.
En esos tiempos la educación básica estaba poco integrada y
teníamos gran variedad de materias desarticuladas aunque apoyadas por buenos
libros y mejores maestros. Felizmente para mí en la secundaria me encontré con una
disciplina que me hizo ver que existe un orden en el universo y que ese orden
se basa, exclusivamente, en leyes científicas. Desde entonces me enamoré de la
química y en particular de la tabla periódica de los elementos donde está representado
todo lo que existe y todo lo que puede llegar a existir.
Con extrema simplicidad, la tabla periódica compendia el
conocimiento de la humanidad sobre la materia. Su sencilla organización en
filas y columnas refleja la configuración electrónica de los elementos y, a
partir de ésta, su capacidad de reaccionar consigo mismos o con otros elementos
para transformarse en compuestos. Los de las primeras filas son pequeños y los
de las últimas filas grandes. Los de las primeras columnas son generosos y los
de las últimas voraces, con la excepción de la última columna que son inertes.
Todos los metales están en un grupo y los gases en otro. Los elementos que componen
a los seres vivos están cercanos entre ellos y los inestables o radioactivos en
otro sector.
Los grandes fenómenos de la biología se explican de manera
sencilla si se les estudia desde la óptica de la química y éste conocimiento
nos confiere, además, la capacidad de manipulación al poder predecir con mayor
precisión los resultados. Estamos hablando de fenómenos tales como la
fotosíntesis, de donde todos nos alimentamos, o la respiración, que nos permite
mantenernos con vida. También la fertilización y el envejecimiento tienen un
fuerte fundamento químico así como prácticamente todo en los seres vivos.
Teniendo esta clara propensión se imaginarán el gusto de encontrar
en una librería de aeropuerto una novela dedicada a la tabla periódica. La
novela se llama “La cuchara que desaparece y otros relatos verídicos sobre
locura, amor y la historia del mundo desde la tabla periódica de los elementos”
y su autor es Sam Kean.
Comencé a leer el libro en el avión y prácticamente no lo
solté hasta haber concluido con todas y cada una de sus 376 páginas. En sus cinco
partes el libro narra, con toda su humanidad, las historias que envuelven al
descubrimiento de los elementos porque los científicos también sentimos amor,
odio, ambición, envidia, celos y todo tipo de pasiones sobre todo si están
envueltas en oro, platino y diamantes. En particular me conmovió la historia de
Lise Meitner, una gran química alemana que desarrolló las bases teóricas de la
fisión nuclear y que fue doblemente estigmatizada a mediados del siglo XX, por
ser mujer y por ser judía, hasta el extremo de haberle negado el Premio Nobel
de Química que sí le dieron a su colaborador Otto Hahn.
Sin duda son buenas noticias saber que existen libros que
divulguen la ciencia de manera amena y sencilla y que se encuentran al alcance
de cualquiera por 350 pesos en un puesto de revistas de aeropuerto. Las malas
noticias son que el aeropuerto está en Los Ángeles y que el libro está en
inglés. Claro que es posible conseguir el libro en alguna distribuidora virtual
pero difícilmente lo podremos leer en español porque en nuestro país traducir, editar
y publicar se está volviendo cada vez peor negocio fundamentalmente porque los
mexicanos no compramos libros.
Según la Encuesta Nacional de Lectura y Escritura 2015 los
mexicanos leemos en promedio solamente 5.3 libros al año, sin embargo, según
los estudios de la UNESCO leemos menos de 3 libros al años, muy por debajo de
otros países como España y Alemania donde las personas leen 7.5 y 12 libros al
año, respectivamente. No nos sorprenderá entonces saber que México ocupa el lugar 107
de 108 países evaluados.
Peor aún, el porcentaje de personas que leen en México se
redujo del 54 al 46 por ciento desde el 2006 y esto se debe a la falta de una cultura
que promueva la lectura donde los mexicanos definitivamente declaran que no leen
por falta de tiempo, por flojera o porque sencillamente no les gusta.
Leer y escribir están conectados. Los malos hábitos de
lectura los vemos claramente reflejados en una grave incapacidad de expresión
escrita, en un exiguo vocabulario y en una casi desfalleciente ortografía, situaciones
cada vez más generalizadas.
La solución a esta crisis cultural no es sencilla pero quisiera proponerles un reto en tres pasos para promover la
lectura en su familia. Primero, regalar solo libros. A los niños pequeños les
encantan los libros didácticos y cuando comienzan a leer les gustan las
historias de aventuras y para los familiares, seguro habrá algún tema de su
interés. Segundo, visitar librerías y bibliotecas en familia. Dedicarle un
rato, al menos una vez al mes, para ir a ver que hay en las tiendas de la
localidad o en las bibliotecas públicas. Tercero, designar un presupuesto para
libros y hacérselo saber a sus hijos. Pueden ser un par de cientos de pesos y,
cuando no hay mucho dinero, se puede entrar en un esquema de trueque de libros.
Les aseguro que si siguen estos tres pasos en un tiempo
corto van a comenzar a ver un cambio de actitud en la familia sobre los libros
y la lectura que impactarán de manera positiva en todos los aspectos de la vida
con la ventaja de que una vez que se tiene el hábito de la lectura tener un
libro es como tener un amigo para toda la vida.
Información adicional
Encuesta Nacional de Lectura y Escritura 2015
https://observatorio.librosmexico.mx/encuesta.html
La Cuchara que Desaparece
https://www.amazon.com.mx/Disappearing-Spoon-Madness-Periodic-Elements/dp/0316051632/ref=sr_1_1?s=books&ie=UTF8&qid=1456066671&sr=1-1&keywords=the+disappearing+spoon
http://www.gandhi.com.mx/the-disappearing-spoon-and-other-true-tales-of-madness-love-and-the-history-of-the-world-from-the-periodic-table-of-the-elements
Recomendaciones de la UNESCO para promover el hábito de la lectura
http://unesdoc.unesco.org/images/0001/000134/013412eo.pdf
Callejón del libro en Cuernavaca
https://es-la.facebook.com/callejondelibro
Información adicional
Encuesta Nacional de Lectura y Escritura 2015
https://observatorio.librosmexico.mx/encuesta.html
La Cuchara que Desaparece
https://www.amazon.com.mx/Disappearing-Spoon-Madness-Periodic-Elements/dp/0316051632/ref=sr_1_1?s=books&ie=UTF8&qid=1456066671&sr=1-1&keywords=the+disappearing+spoon
http://www.gandhi.com.mx/the-disappearing-spoon-and-other-true-tales-of-madness-love-and-the-history-of-the-world-from-the-periodic-table-of-the-elements
Recomendaciones de la UNESCO para promover el hábito de la lectura
http://unesdoc.unesco.org/images/0001/000134/013412eo.pdf
Callejón del libro en Cuernavaca
https://es-la.facebook.com/callejondelibro
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